Comencé a practicar Yoga en Barcelona, para relajarme de las jornadas maratonianas que me imponía mi trabajo. Sin casi darme cuenta, el Yoga fue tomando cada vez más relevancia en mi vida y de ir una vez por semana a clase pasé a practicar a diario. Cuanto más practicaba mejor me sentía, y poco a poco el Yoga me conquistó.

La empresa me destinó a Ámsterdam, donde se terminó de fraguar mi pasión y un día, para sorpresa de bastante gente de mi entorno, dejé el Derecho para dedicarme 100% a compartir mi pasión por el Yoga. En Amsterdam aprendí de grandes maestras y comencé a dar mis primeros pasos como profesora.

Viví seis años en Holanda, donde combiné las clases con mi continua formación en varias disciplinas de Yoga. Aunque estaba contenta en Ámsterdam, echaba de menos el sol de España y me vine a Madrid, donde estoy feliz y empiezo a echar raíces.

El Yoga es un continuo aprendizaje, la práctica y la búsqueda no terminan nunca, aunque se percibe enseguida la mejora como cuando estudias idiomas. Desde hace 6 años soy practicante de Iyengar Yoga y en mis clases notarás esa influencia. La precisión y el detalle en las acciones realizadas en cada parte del cuerpo os ayudará a tener una práctica segura y de plena eficacia, utilizando accesorios (mantas, cuerdas, etc) para adaptar el Yoga a vuestras necesidades y conseguir el máximo beneficio de las posturas.